Muéstrame quién eres, venga, hazlo sin miedo. Esto no va de apariencias, sé que muchos llevan con orgullo una máscara que los oculta, pero quítatela solo esta vez. Quítate la máscara tras la que te escondes y toda la ropa y muéstrate tal cual eres. No tengas miedo al qué dirán, a lo que puedan pensar, no, nada de eso. Que se jodan, ellos y todos los que vengan detrás, solo sé tú mismo; preocúpate por aquellos que te rodean, que aguantan contigo a diario el fuerte tirón de la vida, y olvídate de las fotos, las redes sociales, el puto postureo y toda esa mierda que trae consigo. Eso no es más que falsedad, la vomitiva farándula televisiva traída a todos los hogares y a todos los usuarios, a la gente de la calle, de a pie, para que se crean estrellas durante un día cuando en realidad estarán tan vacíos como aquellos a los que, con grotesco resultado, tratan de imitar sin resultado.
Olvidémonos por una noche del móvil, de esa vida paralela que reside tras la pantalla, del reflejo en el espejo, solo seamos nosotros mismos y salgamos a la calle a emborracharnos, a gritar en cada avenida, a detener el tráfico, a delinquir un poco; dediquémonos por una noche a ser felices de verdad, y no regresemos hasta mañana a las once de la mañana, cuando el sol ya alto bañe nuestros rostros demacrados, y los demás transeúntes nos miren y se pregunten: «¿Por qué sonríen?» Exacto, eso es.
Y cuando nos separemos y regreses a casa, no sigas preocupándote por las gilipolleces de siempre. A la gente se la va a sudar cómo vistas, cómo seas, con quién andes y a quién te folles; tienen problemas más importantes que tu vida, y si no los tienen es que son meras estatuas que caminan por alguna broma del destino. Deja de preocuparte por la gente que no pierde un minuto contigo, deja de esperar milagros que no van a suceder y a aquellos que no van a regresar por mucho que reces, échale un vistazo únicamente a esos que han tragado tanta mierda contigo que cualquier día reventarán, antes que tú, pues esos son los buenos, a los que debes ayudar y amar; los demás solo son imágenes proyectadas en una pared resquebrajada.
Quítate la puta máscara, que el que te vaya a querer lo hará por quién eres y no por quien aparentas ser; eso solo te ridiculiza, te homogeneiza y te resta originalidad. Al final ser un personaje es algo bueno, piénsatelo bien, así que si ya lo eres poténcialo al máximo y despójate de cualquier máscara que se exhiba en el primer escaparate de turno. Porque hacen falta más personajes; caricaturas hay demasiadas, pintando las calles, invadiendo las redes, eyaculando su veneno por doquier, ocultando lo verdaderamente importante. ¿Que qué es? Eso ya que lo descubra cada uno por sí mismo, pero pásame una lata y deja esa máscara de lado, que es fea de cojones y da una imagen equivocada.