17 de abril de 2016

Reseña de Carrete Velado, de Irene G Punto


Hoy en día no es difícil encontrar, en la sección de poesía de cualquier librería, un buen número de libros con llamativas y variopintas ediciones, y es que hay una especie de auge en esta nueva forma de escribir. No son pocos los que se lanzan a crear este tipo de poesía moderna que, según parece, está conquistando a muchos lectores. Irene G Punto, actualmente profesora de Escritura Creativa en la licenciatura de Periodismo en la Universidad Nebrija, es una de ellas. 

Su última publicación, Carrete Velado, ofrece ya algo novedoso al lector antes de que éste se sumerja en sus páginas. La obra, que consta de dos partes, es en su primera mitad una combinación de poesía y fotografía, que es el subtítulo del libro en la portada. Para su elaboración la autora contactó con distintos fotógrafos y fotógrafas, cuyas páginas web y portfolios vienen al final del libro, para obtener así el material gráfico que acompañaría a sus versos. Fotografías de toda índole, así como los poemas, que en conjunto versan sobre el que es el tema central: el amor. En su segunda mitad la autora hace un llamamiento a los lectores para proponerles una participación, un feedback a sus letras, y es que las imágenes ya no tienen cabida, solo los poemas, por lo que el lector puede hacer una fotografía expresando qué le ha hecho sentir el poema y publicarlo en las redes sociales o mandarlo vía e–mail a la autora. Una idea novedosa y moderna que sin duda atraerá a más de uno. 

La gran variedad con que Irene G Punto dota al libro es uno de sus aciertos, así como la gracia natural que posee para hacer más de una rima, porque hay escritores mediocres que tratan de elaborar rimas para crear algo parecido a la poesía que día tras día va quedando atrás y el resultado es ridículo, desastroso; pero este no es el caso de Irene, pues ella emplea grácilmente la rima para mejorar la calidad de sus versos y aumentar la fuerza de aquello que transmite. La prosa poética también está presente, y quizá sean los poemas de este tipo, y los más extensos, los que más destacaría. Sin embargo otros, situados en ambas partes del libro, no son más que simples frases. 

Personalmente destacaría, entre algunos otros, Querida vida, mira y La Lavadora, cuya réplica es el poema El móvil de David Martínez –Rayden–.

En cuanto a la edición, un diseño llamativo, la horizontalidad que vemos en ocasiones en libros sobre fotografía, y la propuesta en sí misma, resultarán algo llamativo y de estilo pop, como el propio contenido, aunque dichos elementos elevan considerablemente el precio; teniendo en cuenta la corta extensión y los minutos que dura la totalidad de la lectura, es abusivo.  

Sin duda gustará a aquellos que suelan coquetear con este estilo de poesía en auge y con esta clase de autores, y dejará un sabor agridulce a los que aboguen por una literatura más clásica –auténtica literatura–, hablando tanto de novela como de poemarios. 





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