Es algo que pasea a
nuestro alrededor, que se mete dentro de muchos a los que conozco, por cada
poro de la piel, quizá también en mí mismo; casi lo respiramos.
Es un sentimiento, un
ansia, que fácilmente puede verse también como una forma de vida, un estilo y
una manera de vivirla, cada uno a su modo, pero todos al unísono, escuchándonos
en la distancia que nos separa. Y muchos han hecho referencia a ello, lo han
dicho y predicado, carretera y manta, y adiós muy buenas. Tal vez se diga
porque se quiere huir, de alguien, de algo; de un pasado quebrado, de un
posible futuro vacío, de un presente asfixiante. Veo diariamente esas ansias de
liberación, de perderse, en los ojos de decenas de personas. Se sienten
atrapados, viviendo sus cíclicas rutinas carentes de sentido o realización
personal, sin vías de escape ni puntos de fuga; todo plano y sin relieve ni
textura alguna.
Escucho demasiado cómo
esas gentes aborrecen la presión que el mundo ejerce sobre ello, las
obligaciones que permiten la manutención y la supervivencia, que los atrapan,
una sociedad que oprime sus corazones y que de ningún modo les da lo que
reclaman, lo que por derecho les pertenece. Solo quieren salir pitando, hacer
una maleta con lo primero que encuentren en el armario y fugarse, ser capaces
de olvidar todo aquello que les ata a ese odioso presente para comenzar a
pintar un nuevo y difuso futuro, uno completamente incierto. Pero es atractivo,
eso de irse, eso de caminar hacia lugares desconocidos en busca de recónditas
aventuras, llamarlas, hacerlas salir de cualquier parte, de allá donde hayan
estado escondidas toda su vida. Viajar, perderse por un sinfín de ciudades y
países, cambiar de aires, hacer cosas nuevas cada día, salir a la calle cuando
una lluvia torrencial moje el pavimento nocturno de alguna hermosa urbe, ver
cómo actúan las otras gentes del mundo, camuflarse entre ellas, salir
difuminado en la fotografía en blanco y negro de algún fotógrafo que busque
captar la espontaneidad, y que los inmortalice allí, en aquel lugar, mientras
realizaba su sueño.
Creo que al final todos
encontramos el camino, nazca donde nazca y termine donde termine, la cuestión
es atreverse a dar el primer paso, poseer la fuerza y determinación necesarias
para dar los siguientes cien, y luego dejarse llevar durante miles y miles de
pasos más sin saber dónde terminará uno, pero teniendo el corazón tranquilo al
saber que fue en busca de la liberación y lo consiguió, y de que arriesgo para
luchar contra unas cadenas que, cuando eche la vista atrás, verá oxidadas desde
hace mucho.
Quizá sean las ansias
de aventuras, el inconformismo presente en muchos miembros de la sociedad
actual, la rebelión, la necesidad de novedades y la negación ante los
nubarrones grises que hacen retorcerse los días sobre uno mismo, si se
descuida. Puede que sea lo que uno de ellos, todavía aprisionado, bautizó sobre
confusas páginas como Hiperdecadencia
en las generaciones actuales, algo muy presente, demasiado, y que quizá podría
ser el término que los acuñara a todos ellos antes de que una voz surja y
l(n)os libere.
Un viaje cualquiera,
unos días para tomar aire, un respiro para sentir el frío en los pulmones, y
para espabilar a los cuerpos cansados. Cada uno se lanzará a la carretera de un
modo u otro, pero a todos nos llama, y todos nos iremos. Queda la cuestión de
qué es más interesante, si el irse o el volver; regresar para ver cómo ha
cambiado todo, estando ya sanados espiritualmente, con las ansias saciadas, y
para decidir si nos volveremos a ir de nuevo, pero lo que es seguro es que nos
encontraremos, por ahí, en cualquier esquina o cafetería, en cualquier camino
polvoriento que atraviese las montañas; nos encontraremos por ahí, pululando
por nuestro pequeño mundo.
Es una lucha que nos
acontece a estas generaciones, una por la liberación interior y personal, harto
ardua y complicada, pero cuando lo que nos sobran son los sueños y cuando estamos
rodeados de hombros en los que apoyarnos y manos que se nos tienden para
ayudarnos a subir el próximo peldaño, en verdad solo lo insignificante nos
separa de las alturas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario