27 de septiembre de 2016

Reseña de 'Tan poca vida', de Hanya Yanagihara


El  pasado 15 de septiembre llegó a las librerías españolas la novela Tan poca vida, la segunda obra de la autora Hanya Yanagihara, escritora californiana de ascendencia hawaiana y coreana. En Estados Unidos y Reino Unido cosechó un éxito inmediato, haciéndose viral a través de fuertes campañas publicitarias y arrasando ante la crítica literaria de los mejores periódicos y revistas del país. Su primera novela, 'The People in the Trees', pasó sin mucho revuelo, pero sin duda con su regreso al panorama literario ha conseguido dar un tremendo giro a su carrera. 

Tan poca vida es una novela de más de mil páginas en su versión española que nos guía a través de las vidas de cuatro jóvenes en Nueva York: Willem, JB, Malcolm y Jude, siendo este último el verdadero protagonista. La historia retrata las distintas etapas de su amistad, que va desde los veinte años hasta más allá de los cincuenta. Podría parecer cualquier novela que basara el grueso de su trama en el valor de la amistad, explorando sus recovecos, sus dificultades y maravillas, aunque ya desde el inicio la autora nos da unas leves pistas acerca de lo poco común de esta historia. Y esto es porque la vida de Jude, desde sus inicios, está marcada por el dolor y el sufrimiento, y este es el auténtico tema de la novela, más allá de la amistad, el amor o el crecimiento: el dolor en sus distintas formas, ya sea físico, emocional o psicológico. 

La autora ha sido alabada por explorar y diseccionar la masculinidad con maestría, la evolución de la vida de un hombre, sus miedos, sus inquietudes y deseos, pero más que esto, Hanya ha realizado una visceral autopsia del dolor que reconcome y destroza a su principal protagonista. Muchos se han quejado de la longitud de la obra, y quizá tengan en parte razón, porque la misma historia podría haberse contado con doscientas páginas menos. Alargándola tanto solo consigue repetirse en fases que giran, habitualmente, en torno al sufrimiento del protagonista, haciendo énfasis en él, repitiendo sus agonías, sus momentos de debilidad, sus caídas y posteriores levantamientos; hurgando en la herida. Con ello consigue agotar mentalmente al lector, hacerle sufrir a él también, mostrarle más dolor tras la vuelta de la esquina cuando creía que solo un ápice más sería ya imposible, así que la largaría de la obra quizá se deba a su deseo por hacernos más mella todavía, si cabe. 

Sí, como se ha dicho también, es una novela que, a pesar de leerse con facilidad, es densa, profunda, oscura y muy dura. Repleta de partes emocionantes, de tensión, de giros inesperados, de fragmentos de extrema belleza y otros de desmedida dureza. Con un estilo bastante directo y una pluma eficaz, que solo se permite dejarse llevar en algunas descripciones y a la hora de elaborar metáforas que ayuden mejor a esbozar lo que sienten y padecen los personajes, Hanya relata con gracilidad más de cuatro décadas de sus vidas, con una gran cantidad de sucesos y de personajes secundarios que enriquecen la trama y las historias de cada uno, lo cual no es fácil. Es lo que ocurre con una obra tan larga: que nos permite asistir a tantos momentos de sus protagonistas que, al acabar, hemos empatizado con ellos y nos parece conocerlos en profundidad. 

La otra cara de la moneda, respecto al dolor, es que cuanto más veces lo padece su protagonista, por cada vez que se caiga, tendrá que levantarse, así que a pesar de la indecisión que lo posee y lo introvertido que es, puede considerársele un luchador nato, por lo que podría etiquetarse también esta historia como una de valentía y superación, de lucha ante las mayores complicaciones e injusticias de la vida. Veremos en ella cómo Jude lucha contínuamente contra su compleja psicología, hostil hacia sí mismo, y asistiremos con él a la ardua búsqueda de la felicidad, tan utópica en ocasiones. 

No creo que sea una obra maestra, como muchos aseguran, pero sí una gran novela que debería leerse, más teniendo en cuenta que el panorama literario actual no ofrece muchas obras de esta índole, aunque siendo un poco más breve creo que podría haber brillado todavía más. 

Hay muchas frases y fragmentos memorables, y Hanya da en el clavo a la hora de resumir aspectos esenciales de la vida en unas cuantas palabras, lo que siempre es un gran acierto. Podría quedarme con muchas de estas pequeñas partes, pero si tuviera que escoger una, sería la siguiente, con la que cerraré la reseña, por su brevedad, hermosura, simplicidad y significado:

"... había cumplido ochenta y nueve años, y sus ojos oscuros habían adquirido ese gris innombrable que solo se veía en los más jóvenes y los más ancianos: el color del mar del que se proviene, el color del mar al que se regresa."

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