Después de que el año
pasado nos llegara la colección Hombres sin Mujeres, este marzo hemos
podido disfrutar de El Elefante
desaparece, antología de 17 relatos publicada originariamente en el 2005,
pero que ha tardado 11 años en ver la luz en nuestro país, como siempre, de la
mano de Tusquets Editores.
Haruki Murakami es ya
un autor sobradamente reconocido, y parece que en los últimos años está
experimentando una especie de renovada fama, pues cada vez que publica es más
fácil verlo en las listas de más vendidos y no es nada complicado encontrar
artículos y reseñas sobre sus obras en sitios webs especializados, en los
medios y en las redes sociales. Por todo ello se ha colado entre las lecturas
favoritas de este mes de marzo, apareciendo en gran cantidad de listas de
páginas que recomiendan los mejores lanzamientos, rivalizando así, por ejemplo,
con el Cinco Esquinas de Mario Vargas
Llosa, algo envidiable.
En esta colección, cuyo
título proviene del relato que cierra el conjunto, Murakami nos hace disfrutar
de nuevo de su maestría a la hora de jugar con la prosa poética que tantas
alabanzas le ha valido, para sumirnos en diecisiete historias que provocarán en
nosotros un sinfín de emociones. Algunas lógicas, naturales, otras caóticas,
directamente imposibles. El autor juga constantemente, a través de sus
personajes, que son quienes nos cuentan sus historias, con nuestra cabeza,
hasta el punto de hacernos creer que lo que estamos leyendo es algo tan posible
como la cotidianidad que todos vivimos y conocemos, cuando en realidad está narrándonos
los más disparatados y oníricos sucesos imaginables –quizá solo escritores de
su talla tengan la capacidad de hacerlo–.
Una pareja que, movida
por un hambre voraz y totalmente irracional, decide atracar un McDonald’s al
contar el hombre que una vez hizo lo mismo con una panadería, un enano
bailarín, manipulador y oscuro que encandila a todo aquel que lo observa
realizar su arte, un abogado en paro que se interna en un misterioso jardín
para hallar el gato perdido al que adora su esposa, y que encuentra una
conversación fuera de toda lógica. Son algunos de los ejemplos que nos dejarán
descolocados. Todo ello, como de costumbre, narrado con un Japón de fondo que
se nos presentará como si fuera nuestra propia ciudad, algo que ayuda
enormemente a que el lector se identifique con paisajes y protagonistas,
viéndolos cercanos, casi palpables.
Quizá la unidad de este
volumen se presente en el tono, en las capacidades de sus personajes para
asimilar como normal aquello imposible, directamente sacado de un sueño; situaciones
descabelladas y en ocasiones, hilarantes. En más de una ocasión notaremos un
halo de oscuridad rodeando a las personas que viven esas historias y a los
sucesos mismos, y esto tal vez pueda entenderse como una especie de metáfora
que todos nosotros podemos vivir, pues al igual que esos personajes, muchas
veces nos quedamos esperando algo, una aparición, un milagro, cualquier suceso
que dé un giro a algún acontecimiento y que, sin embargo, parece no llegar
nunca, quedando solo la tenebrosidad o la melancolía que acompañan una espera
que se prolonga durante demasiado tiempo, o que nos hace encontrarnos de bruces
con un final inesperado.
La lectura de cada uno
de los relatos transcurre con una fluidez y una naturalidad pasmosa, pues
Murakami nos ha acostumbrado con su prosa sencilla y bella al mismo tiempo a
que nos sumerjamos sin darnos cuenta en sus líneas y párrafos, y con el
surrealismo y los elementos oníricos que hábilmente introduce en esta obra,
logrará que ese efecto se potencie. No nos enganchará una trama larga, profunda
y compleja, pero sí nos hechizarán las pequeñas piezas que componen esta
colección, llevándonos cada una a un mundo y una realidad distinta, cada una
con sus matices, sus detalles, y todas ellas unidas por el hilo conductor que,
cual portal interdimensional, nos hace posible un viaje ligero y sin dificultades.
En resumen, una obra
diferente, muy amena y que ofrece distintos y variados matices que la convierten
en una lectura más que interesante.
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